jueves, 10 de agosto de 2023

Sobre la fruta y el hambre

Granada madura, dulce y jugosa.
Te arranco sin piedad del cobijo de tu árbol y te como.
No de grano en grano, no, meto puñados enteros en mi boca
brutal
mitad sed y mitad hambre.

Si lo dejo, tu olor se queda conmigo por horas después de engullirte,
después de que tu agua tibia se derrame
por entre los pliegues de mis labios.

Apreto los párpados,
respiro entre dientes, casi silbando, 
jadeo el éxtasis de sentir en mí la fruta que me gusta 
trago con placer, quiero más y porque no quiero perderme nada, 
me apresuro a lamer mi propia piel, 
transformada, frenética, enloquecida. 
 
Fruto perfecto, manjar
atiborrame los rincones
quedate conmigo
alimentame hasta que explotes carne y pulpa,
hasta que la cáscara dura sea recuerdo.
Ablandate entre mis dientes, deshacete y escapate después 
a chorros, por entre mis dobleces, a la fuerza, a empujones. 

Arrodillada, con pedazos muertos de granada, 
cayendo de mi boca al piso, 
lloro
escandalosa
por mis manos vacías. 

Miro el árbol con las pupilas dilatadas,
famélica siempre, 
se que hay más de donde saqué esta y allá voy.

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