¿Te acordas cuando no había nada?
El aire gélido,
la tierra quebrada,
la sombra que ocupaba todo,
las lluvias enloquecidas,
los aludes ocasionales,
la sensación de sofoco.
Yo recuerdo lo que recuerdo.
Los animales extinguidos
(sus cueros y huesos),
el camino de flores muertas
(pétalos podridos, cachos de espinas),
los cañones que fueron océanos
(mi diminuta figura perdida en el medio),
los torbellinos de polvo
(la contracción de mis pulmones).
¿Te acordas del día que hubo algo?
Los dedos de un dios
atravesando el cielo
para llegar a la tierra.
El fuego quebrándole la piel
su piel volviéndose partículas
esas partículas haciendo atmósfera.
Sus dedos gigantes llegando al suelo,
para acariciar primero en cruz la tierra seca
antes de hundirlos hasta el fondo.
Su mano, metiéndose entera,
hasta quedar cubierta por completo
-casi hasta el codo-
hasta llegar a la raíz
al barro
al agua.
Yo recuerdo cosas.
Recuerdo lo que hubo antes de todo,
recuerdo el mundo vaciado también.
Recuerdo el día que volvió a vivir.
Nunca nada brilló tanto.
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