Te sonrío escondida tras la cortina,
pero no me olés.
Estoy sudando,
tiemblo,
juraría que mis rodillas gritan.
Pasás a mi lado y
por un momento te quedas quieto.
Alguna imagen asalta tu vida,
hay algo que querés adivinar.
Inmóvil
-quizás por mí-
durante un pequeñísimo grano de tiempo;
y de nuevo la moraleja:
incluso estar al alcance
puede ser insuficiente.
Me animo a probar cruzar la cortina
con apenas dos dedos
y ahí,
justo ahí ordenás las articulaciones
para rebotar en movimiento.
El fuego en las velas se mueve con vos
el corazón en mi pecho
se atolondra
y quiere seguirte.
Un pedazo de mi se ciñe a tu cuello
te abraza
se desborda y se pega a tu línea.
Ahora estoy acá
y estoy allá.
Ahora soy y somos.
Ahora respiro diferente.
Ahora río y lloro.
Ahora susurro y grito.
Ahora siento el golpe en mi pecho
pero adivino el
ruido en otro lado.
No me ves.
Sigo ahí.
No me olés.
Y el hueco en mi carne se ensancha
esperando por tu mano
y lo que tiene para devolverme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario