Qué terrible.
El tiempo amenaza con romperlo todo.
Qué puñal de cemento afilado tu falta
Qué desnudez de aire.
Qué escasez de sentido.
Se acumula el polvo en mis clavículas.
Qué sabrán los versos de este vacío.
Qué poco pueden decir los poetas.
Ríos de nada se comen las orillas.
Suelos resbalosos muerden rodillas.
Qué mentira se vuelve el abrigo.
Qué fiasco la fiesta en la madrugada.
Todavía blanda en el hombro amigo,
desando códigos
enebro mandalas
conjuro antenas
bailo alrededor de las llamas azules
mientras extiendo al cielo los brazos.
Qué ganas de creerle al mito
al pasado primero
al eco arcaico.
Qué dócil.
Qué suave.
Qué fácil.
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