¿En qué momento de absurdos, comencé a perderme tus palabras, en vez de dejarme perder por ellas...?
La tarde está hermosa. ¿La ves desde donde estás? Por si no, te la describo: suculenta, esponjosa, semi-naranja, fresca, eterna. La siento casi adolescente, capaz de escarbar profundo en mi, con un solo parpadeo juvenil. Quizás por eso, aunque tentadora, no veo la hora de huir rápido y con zancadas gigantes. Antes de lanzarme a correr, sólo una pregunta le gana a mis reflejos: ¿En qué pensará mi poeta preferido? -Pienso- Y luego me recuerdo en tono de reproche, compungida pero radiante, lo mucho que temo saberlo.
Comerte. De la tarde semi-naranja hasta los días huracanados.
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