En tus ojitos
gotitas chiquitas de sol
sigo a la estrella.
Dicen que no siempre está ahí.
Que solo una vez cada tanto.
Que su fuego valiente
ilumina
hasta los corazones más cerrados.
Te movés,
chiquito,
de tu cuna a mis brazos.
Abrís los ojos
y tus encías asoman
detrás de una
mueca como risa.
Te acomodo.
Estamos bajo el árbol,
lo se por los adornos,
por las luces,
por la música aguda y gastada.
En tus ojos
-por tus ojos-
sigo el camino de la estrella.
Algo es seguro,
al otro lado de este sinsaber de calles raras
está nuestro refugio.
El silencio se rompe cuando
alguien canta un villancico.
Otro más lo sigue.
Y otra. Y otros.
Hasta la llovizna se vuelve melodía.
Sigo el camino
las migas de pan
mientras auparte se vuelve abrazo.