martes, 11 de abril de 2023

Cartas (I)

Mi muy estimado:

¿Recordás la juventud? Y no es que no seamos jóvenes todavía. Es que las ocupaciones y preocupaciones no son las mimas. Dicen por ahí que Plutón acaba de entrar en Acuario y que todo está por cambiar, sin embargo, apenas son estos los primeros cincuenta años, el inicio. Dicen también que aunque no fuera por adivinación de la astrología, basta conque nos sentemos un rato a prestarle atención a nuestra respiración, como para que algo de adentro nos tome afuera y nos grite que la tormenta se avecina. Te juro, yo ya no temo a las tormentas, no cuando ya he visto tantas calmas después de ellas. Adoraría estar en medio de una, incluso autoprovocada, si acaso tuviera un sentido más allá de la crueldad.

¿Recordás los años aquellos? Cuando todo era un sinsentido, doloroso pero divertido. Cuando todo se resolvía con un poema nuevo, con una confesión oscura y perversa y con el cuerpo. Cuando el mayor de los problemas no podía ni comparársele a la necesidad de dar vida a las carcajadas. Cuando la casualidad estaba bien, porque para qué las convenciones del tiempo. Cuando coincidir era una maravilla de la que nisiquiera hablábamos, porque cuando por fin se daba el encuentro, primero-segundo-tercero: los besos. Después las manos, la desnudez y todo el cuerpo. ¿Quedaba acaso tiempo para más? No teníamos ganas de saberlo. 

¿Sería tonto pensar que aun sin confesiones mundanas, sin haber cruzado tantas palabras (mas allá de las cientos escritas en las cartas perdidas), sin haber hablado nunca de los precios del mercado, los hijos, el dinero o los escritores de moda, podríamos ser de nuestros confidentes mas cercanos? Si puedo confiarte algo, me sería difícil demostrar que escribo poesía, si solo pudiera mostrar aquellas donde el deseo por tu nombre no aparezca. Sera que, como tantos antes de mi, creo que la poesía brilla más cuando brota culpa de un misterio, de un oro lejano, de un imaginario que aunque alcanzable, me trae una y otra vez la misma duda... ¿No ha sido el éxtasis más profundo y por tanto incomparable el haberte solo imaginado? No soy, cuando soy en vos, muy fan de lo real.

Dejame terminar esta carta invitándote a que escuches mi respiración muy cerca de tu oído. ¿Agitada? ¿Tibia? Dejame terminar... esta carta... 

Amistosamente, D.

lunes, 10 de abril de 2023

En trance

El fuego

todo el calor

la piel que se quema.

El crepitar en los oídos

las llamas brujas en danza

la hipnosis

el embeleso

-me obnubilo-.

La boca entreabierta

las pupilas lejos

los pulmones que no se llenan.



lunes, 3 de abril de 2023

Socios de estación

Llegó Abril
y con él, los ruidos habituales.
-Las hojas caídas quebrándose bajo las temidas suelas,
las gomas de los autos salpicando humedad,
los cierres de los abrigos subiéndose hasta el mentón,
el agua caliente revuelta por cucharas diminutas de metal.-

No vayas a pedir que no se me pegue la nostalgia.
Sabés lo que hace el otoño con mi adultez;
y no, tampoco puedo no hablar de la edad.
Y de escribir estocomo si fuera una carta,
pero con versos que no van a ninguna parte
aunque al mismo tiempo
sean capaces de revelarme,
de desnudarme la garganta (muda pero llena).

Abril, el frío, la duda de la lluvia.
Abril, los años, la duda de la muerte.

No vayas a marcharte buscando un Octubre 
que todavía descansa lejano.
Vení y mientras habito este otoño
festejame los ojos, desabotoname la espera,
redoblame el tambor de esta batalla a medias,
recordame a la fuerza que estás cerca,
prendeme las velas de esta noche sin luna,
acercame a la herida que nos mantiene alertas,
saciame, sacame la sed,
amigame con la idea de tenerte,
confesame tus vergüenzas más oscuras,
seamos cómplices honestos 
y también  goce deliberado del cuerpo,
llorame, llorate,
abracemos juntos,
la idea de lo profundo.

Abril 
y el volumen abrupto de los ruidos habituales,
llegando una vez más
para acomodarse.