domingo, 5 de diciembre de 2021

Travesuras

Acaricio suave las letras del teclado,

me tomo un instante para recordar.

Adivino fugaz, tu sonrisa inquieta.

Intuyo apenas, tus pupilas anhelando mas luz.

Vuelvo al teclado todavía conteniendo la respiración.

Vuelven los sonidos, 

la noche peligrosa,

la respiración agitada,

la juventud traviesa,

las ansias de aventura.


Me dejo caer en el sillón,

tipeo sin ver,

suelto el aire después de tantos versos.

Por un momento al menos,

vuelvo a verte.

Insisto en no amarte y la sonrisa se asoma, 

mientras mi cabeza baila la danza del no.

Miro por la ventana, vuelvo a respirar,

las pulsaciones retoman su ritmo habitual y

los músculos se relajan.


Recordarte es un ejercicio sano.

¿Quién hubiera podido adivinarlo?


miércoles, 19 de mayo de 2021

Todavia la distancia

Todavía estas por ahí 
y no,
no es pregunta.

Te adivino entre brumas ridículas.
El sinsentido se acomoda
entre rimas robadas y rimas mías.

Todavía, 
después de tantos años,
después de tantas palabras brutas,
después de tanto dormir de más,
después 
de tanto cosquilleo de musculo dormido,
todavía te adivino.

Si hay más que decir, lo ignoro
o al menos las palabras
se me escapan.

Si hay más que tocar, 
si hay más que oler,
si hay más por saborear...

Desearía que hubiera menos distancia.


lunes, 17 de mayo de 2021

Romperás

Yo a veces simplemente me rompo.

Se quiebra todo.

Me quiebro yo.

A veces, sin explicaciones aparentes, me rompo.

Algo se aquieta en mi y me aquieta.

Me quedo inmóvil ante la vida.

La veo sin verla. La abrazo sin goce, ni tristeza, ni enojo.

A veces, simplemente, dejo de ser.

No soy cuerpo, ni mente, ni pizca de mi.

De vez en cuando, sin previsión, me voy.

Me escapo de todo, pero principalmente de mi.

Aún aquí, aún con esto, aún así.

A veces me vuelvo ceniza, arena, motas de polvo.

No brillo, no sucedo.

En ocasiones esporádicas y poco memorables, pierdo.

Me pierdo también. Perdemos. Me rompo. Me doblo.

Por interminables minutos dejo de respirar, 

olvido mi canción,

el poema de Becquer,

los ojos amados,

la sensación de calor,

el instinto para sobrevivir.

A veces, me rompo eternamente hasta que suena la campana.

No hay explicaciones, ni remedios caseros,

no hay plegaria, no hay manera de no volver.

A veces se termina todo, hasta que vuelva a ser.

Siempre, vuelvo a ser.