Cuenta el viento una historia de lluvia sobre tus ojos.
¿Quiénes oyen?
Todos.
Tu corazón, el mío,
cada centímetro vivo en nuestros cuerpos.
El viento sopla ligero desde el salto de tus pupilas,
por el este de tus oídos,
hacia el sur luego, dirigiéndose a tu boca.
Suspiros, tantos.
El mal resultado de un relato
que no llega a cuento.
Si la creatividad se siente rendida
dejemos que descanse.
He de acunarla en mi ombligo, y que arañe,
que se estire y se enrosque
es un gato.
Dejemos que esta noche perfecta
nos cuente una historia
seamos débiles
permeables al ocio.
Si el verso inútil nos lastima tanto
si el cesar que no cesa nos avasalla ahora
tendámonos en el pasto como si el tiempo
solo fuera eso, una palabra más,
un susantivo cualquiera.
Imaginemos apenas
y que no cunda el esfuerzo.
Quiero buscarte, caer en tu mirada,
ser el viento que susurra fábulas en tu cara
y te sorprende.
Pero solo soy yo mi amor.
Nada impresionante.
Y solo sos vos, encantadoramente fácil.
Y aún así, tan simples, enamorados,
descubrimos que el amor duele.
Pero no volvamos a caer en este nudo trillado,
en una de esas tantas historias de novela inútil
con final feliz, con perdices y
estrellas fugaces
que tiñen el cielo.
Amame sin pensar,
Aún cuando mi vista a veces se pierda en el allá,
aún cuando tu vista se pierda a veces
por acá, sin un punto en mi.
No pensemos en el autor, en su argumento pobre.
Queramos, solo eso,
fieles al guión,
mientras los corazones siguen latiendo.
(corregido: 23/12/2024)