¿Qué tanto correr?
Tan lejos como podamos.
Quitarnos el calzado,
desvestirnos los recuerdos,
arrimar la piel,
respirarnos las voces.
De un tirón, desengañarnos,
robarnos de la realidad.
Acobardarnos
para ser valientes.
No se vos, corazón cansado,
señor perdido entre
libros grandes y elegantes,
¿tendrás jirones de poesía todavía
que me quieras regalar?
A mi se me desborda la rima.
Hoy no dormí bien.
Extrañé la noche oscura,
las casualidades buscadas,
el gorrión en la panza,
la insensatez de no pensar en nada,
tu sonrisa tonta,
los chasquidos torpes del beso
que se apresura por comer.
¿Ya mencioné la noche oscura?
¿Cuánto correr para una vez más ser?
Tanto como podamos,
aunque sea solo para constatar la vejez.